Nada más llegar a Vigo, se nos antojó un chuletón. Después de varios días disfrutando de buen pulpo y buen marisco nos apetecía un poco de chicha. Preguntamos a nuestro gran amigo Google y nos salió Restaurante As Cangas en primera posición. Estaba a 13 minutos andando desde el hotel, así que allá que nos fuimos.
Si has estado en Vigo, sabrás que todo son rampas y cuestas. Sube que te sube y a hacer piernas, no queda otra. Así que enfilamos la cuesta, la recompensa del chuletón bien lo merecía. Para rematar el camino, aparece un tramo bastante largo de escaleras. Nos estábamos ganando el chuletón y el vaso de vino, pero con creces.
Sidrería Asturiana As Cangas: la carta
Llegamos al fin a la Sidrería y estaba a tope. Un camarero muy amable nos dirige al jefe para que nos adjudique una mesa. Lo mejor hubiera sido reservar. Por suerte quedaba una mesita para nosotras. Eso sí, nos teníamos que conformar con la de la puerta. Por nosotras genial, corría el aire y se agradecía.
Nos traen la carta… Madre mía qué de cosas ricas… Chorizo a la sidra.. CROQUETAS… El ansiado chuletón… ¡FABADA ASTURIANA!… CACHOPO… ¡Qué rico todo!
A estos sitios no se puede ir de 2 en 2. Te quedas con las ganas de probar la mitad de la carta… Elena y yo empezamos a negociar. ¡Adiós chuletón! Te has caído de nuestra lista de prioridades.
Elección del menú
Negociación terminada. Nos quedamos con el chorizito, la fabada y el cachopo. Las croquetas son duda, a ver que nos aconseja el asturiano jefe. Todo ello regado con un buen tinto, Ramón Bilbao es el elegido.
Ahora viene el dueño de la Sidrería a tomarnos nota. Está feliz porque en cuanto acabe el servicio empieza sus vacaciones. 3 semanitas cerrado. Malas noticias para nosotras no podremos repetir durante nuestras vacaciones en Vigo.
Nos pregunta qué vamos a tomar y nos deja hablar. Sonríe levemente mientras le pedimos. Cuando terminamos de hablar, sonríe abiertamente y nos devuelve a la realidad. «Pues mirad chicas, nada de chorizo a la sidra ni de croquetas. Os voy a traer media de fabada, que me he venido hoy a las 8 de la mañana para hacerla, y un cachopo para las dos. Ya si eso luego me decís si queréis postre».
Nos pareció sensato, así que eso pedimos.
Media ración de fabada especialidad de As Cangas
Llega la media ración de fabada. Con su morcillita, su jamón, su tocino y su chorizo y ¡cómo no! con sus judiones. ¡ESPECTACULAR! Por cierto, con la media ración tuvimos para un plato y medio cada una… ¡No quiero ver cómo es la ración completa!
El dueño pasaba a vernos de vez en cuando. Creo que le encantó ver cómo disfrutábamos con su platazo… Nos faltaba llorar de alegría. Dimos buena cuenta de la fabada. ¡Hasta mojamos pan y todo!
Mientras tanto, en la mesa de al lado se había sentado un matrimonio andaluz. En teoría, venían menos fuertes que nosotras y empezaron con un pastel de cabracho con sus tostaditas. Otra ración enorme y tenía muy buena pinta. Pero no lo cambiaba yo por mi media ración de fabada. Vamos, ¡ni por todo el oro del mundo!
Jeje, ya estoy exagerando. Por todo el oro del mundo igual voy y vuelvo a Vigo una vez en semana y voy probando toda la carta de mi sidrería asturiana favorita en Vigo 🙂
A por el auténtico cachopo asturiano
Nuestro nuevo amigo asturiano nos retira ya nuestros platos vacíos de fabada y nos anuncia la llegada del cachopo con sus patatitas y su pimientito rojo. ¡Pedazo fuente nos dejaron encima de la mesa!!! Elena no se lo pensó. Cogió cuchillo y lo partió por la mitad. Fifty-fifty dijo y se puso la mitad en su plato. Yo, mucho menos resuelta, partí mi mitad en dos. Si veo todo eso en mi plato, no lo disfrutaré.
Cogí una sola patata frita y empecé con mi trozo de cachopo. La cuarta parte de cachopo también era enorme y estaba delicioso. Acabé por ponerme la última porción, aunque no fui capaz de terminarla. A puntito de reventar estaba.
El cachopo es como una especie de librito gigante a base de ternera, jamón serrano y queso. Por supuesto, rebozado.
Cotilleando a la mesa vecina
Mientras tanto en la mesa vecina, que con la fabada nos habíamos olvidado de ellos, reciben su segundo plato. Ella había pedido atún y él un entrecort. La rodaja de atún era inmensa, pero lo realmente impactante era el pedazo trozo de carne que le pusieron a él. Me dio apuro hacerle una foto, pero os aseguro que me quedé con las ganas. Si ese entrecort tenía ese tamaño, ¡cómo sería el chuletón!
Renunciando al arroz con leche
Como os comentaba, Elena se comió su mitad completa de cachopo y yo me dejé un poquito, casi nada, pero no fuí capaz de terminarlo. Nuestro amigo asturiano vino a ver si queríamos un postre. Se reía por lo bajini. Elena se moría por probar un arroz con leche que había visto pasar, pero su sentido común, le impidió pedirlo. No podría digerir nada más, así que la golosa del grupo, tuvo que sacrificar el postre y nos conformamos con un café.
El dueño de la Sidrería se reía. Se debía de acordar de lo chulitas que habíamos llegado a su Restaurante. Nos íbamos a comer el mundo. En fin, un hombre encantador. Además de buena cocina, recibimos una gran acogido. Si nos gustó la comida, mucho más nos gustó el trato.
Pedimos la cuenta. Teniendo en cuenta las pedazo raciones que nos comimos, nos pareció muy buen precio. Si a ello le sumamos que ese día nos ahorramos la cena… nos salió redonda la comida.
Llegó el momento de irnos. Nos despedimos de nuestro amigo asturiano deseándole felices vacaciones. Aunque en el fondo nos daba mucha pena no poder repetir restaurante durante nuestra estancia en Vigo. Seguíamos soñando con las croquetillas.
Esta claro que si algún día volvemos a Vigo, la visita a la Sidrería Asturiana As Cangas está asegurada.
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