Para estrenarme en Cousinando he elegido el bacalao con tomate, pero no te voy a engañar yo no soy una experta cocinera. No disfruto entre fogones, ni siquiera me relaja cocinar. Más bien todo lo contrario, cocinar para mi sola me aburre y cocinar para gente me estresa. Ahora…comer me chifla (sobre todo si no es verde).
En fin me quiero demostrar a mi misma que con buena voluntad y con cariño todo se puede conseguir y de ahí que especifique en el título de este post que la receta es apta para dummies. Así que aquí os traigo el bacalao con tomate que he visto hacer 1000 veces a mi madre, aunque a ella le sale muchísimo más rico…para mí que se guarda en la recámara algún ingrediente secreto. Seguramente me ha dado la receta simplificada al máximo para no complicarme la vida. Tranquilidad, prometo que algún día conseguiré que sea ella misma la que nos enseñe cómo hacerlo en cousinando, pero para salir del paso y llenar el tupper que llevo para comer en el trabajo…es un platillo resultón.
Ingredientes para el bacalao con tomate
- 4 lomos de bacalao
- Salsa de tomate
- Cebolla picada
- Ajo picado
- 1 guindilla
- Harina
- Aceite
Preparación del bacalao con tomate
En primer lugar, si no has comprado el bacalao desalado vas a tener que dejarlo un día en agua para quitarle la sal. Pregunta en la tienda cuando lo compres cuántas veces debes cambiarle el agua para dejarlo en su punto.
Asegúrate de escurrir bien el agua, es buena idea incluso dejar los filetes un rato sobre papel para que chupe bien el agua.
Cuando ya tengas el bacalao poco salado y bien escurrido, estás listo para empezar a cocinar.
Pon a calentar una cacerola con aceite, un diente de ajo y una guindilla para que el aceitito vaya cogiendo sabor.
Mientras se calienta el aceite, pasa los lomos de bacalao por harina. Cuando el aceite esté bien caliente, ve echando el bacalao para sellarlo. Si el aceite está muy caliente, prácticamente cuando termines de echar el último filete ya puedes empezar a dar la vuelta al primero que has puesto a freír. Una vez hechos por los dos lados, saca el bacalao de la sartén y resérvalo en un plato durante un rato.
Aprovecha la misma cacerola con la que has sellado el bacalao, retira el ajo para que el guiso no coja sabor a quemado.
Es el momento de pochar la cebolla, tenla a fuego lento unos minutos, cuando empiece a coger color la cebolla vuelve a meter en la cacerola los lomos de bacalao que teníamos sellados y reservados y echa la salsa de tomate hasta que cubra totalmente el pescado.
Pon una tapadera a la cacerola y deja el guiso a fuego muy lento unos 15 minutos. Con cuidado de que no se te queme.
Vamos a añadir un pimiento morrón
Y si fuera por mi, ya está listo para emplatar. O para meter en diferentes tuppers y guardar algunos en el congelador (cuando se enfríe por supuesto). Pero Paz, una de nuestras «cousineras más pro», me ha hecho una recomendación: añadir unos pimientitos morrones. Los pimientos no están entre los ingredientes anteriorimente descritos pero es tan fácil como abrir un bote, escurrirlo y añadirlo a la cacerola… o, si eres obediente y has seguido mis instrucciones, en el tupper.
Un consejo extra para dummies como yo
En algún momento antes de emplatar, ¡retira la guindilla! Mi madre me lo especificó claramente en sus instrucciones. Mientras cocinaba la receta para hacer las fotos de este post me lo repetía yo misma mentalmente. Justo cuando estaba en la oficina, tras recalentar mi tupper, recordé que no lo había hecho. Recé mentalmente muy fuerte para que no le hubiera caído a mi hermana en su plato, ya que la pobre estaba en casa dando un voto de confianza a mis dotes culinarias. Pronto supe que mis oraciones habían sido escuchadas. La guindilla no estaba en el plato de Elena. Estaba en mi boca. ¡Entera! Bueno ya entera no porque estaba perfectamente masticada… En fin, hasta ese momento te prometo que el bacalao estaba de escándalo… ya no he vuelto a encontrar sabor a nada más desde entonces 🙂
Mira, yo también había echado de menos el pimiento. A mí mamá no me dijo nada se la gundilla. Supongo que porque sabía que de ponerla, nunca me acordaría de quitarla.